El cicloturismo es maravilloso, pero como todo en esta vida, existen partes negativas de viajar en bicicleta. Hoy vamos a descubrirla.
Desmitificando los viajes en bici
Hasta ahora, en el blog he hablado de todas las partes positivas de viajar en bicicleta (que son muchas). Y como ya he mencionado varias veces, para mí lo mejor es moverte gracias a tu propio cuerpo y a un ritmo que te permite observar lo que pasa a tu alrededor. Si nos ponemos a enumerar los beneficios que tienen estos viajes en bici no acabamos…
Hay que ser sinceros con nosotros mismos, viajar en bicicleta a veces también tiene partes negativas.
Viajar en bicicleta puede convertirse en un ejercicio estresante
Creo que esto ocurre sobre todo cuando viajas sola, ya que tienes que tomar en todo momento tú sola las decisiones. Aunque realmente te afecta si vas en pareja o en grupo. Ser dueña de tus decisiones suena muy bien, pero con el paso del tiempo decidir absolutamente todo lo que ocurre en tu día puede ser agotador.
En una vida normal, tienes que tomar ciertas decisiones, pero hay otras que ya vienen establecidas, como, por ejemplo, dónde dormir. Dormirás en tu casa, como todos los días. El hecho de cada día no saber dónde te vas a levantar la mañana siguiente está muy bien y forma parte de la aventura. Sin embargo, cuando llevas horas pedaleando, estás cansado y no encuentras ningún sitio para acampar… ya no es tan bonito.
La compra está muy limitada
Más o menos ocurre lo mismo a la hora de hacer la compra. Por un lado, puedes comprar productos frescos, pero los justos para comerte ese mismo día porque si no se van a echar a perder. Por lo que tus posibilidades se ven muy reducidas.
Por otro, imagínate que vas a pedalear por zonas en las que sabes que encontrar sitios en los que comprar comida va a ser complicado. Haces compra para subsistir tres días porque, en principio, es más que suficiente. Sin embargo, los días van pasando, la comida se va acabando y tú sigues sin pasar por ningún pueblo o mercado en el que comprar algo con lo que llenar el estómago. No es lo más habitual, pero me ha pasado más de una vez y se pasa realmente mal.
Aunque lo peor no es la comida, es el agua. Vivo con miedo a quedarme sin agua y que en muchos kilómetros no encuentre nada para poder rellenar las botellas. Hace no mucho lo sufrí y os aseguro que es una sensación horrible. Era junio, cuatro de la tarde, más de 30 grados…
Elegir la ruta
Elegir la ruta suele ser un proceso muy bonito que va surgiendo solo. Pero no sé si es que soy yo que me preocupo más de la cuenta, o muchas veces tomar la decisión de visitar un sitio determinado o decidir saltártelo se convierte en una tarea complicada. Y no tanto cuando se trata de un día, más cuando hablamos de un país entero ¿Voy a este o a este otro? Recuerdo en mi viaje por el sudeste asiático cómo me costó renunciar a Vietnam.
Hay muchos momentos en los que esas decisiones serán naturales, decides una cosa y listo. Pero habrá otros que no pararás de darle vueltas y en tu cabeza tendrás continuamente ese ruido de pensamientos negativos mientras pedaleas. Es cierto, que cuando ya haya pasado, posiblemente lo valores y consideres que no era para tanto, que no tenías que haberle dado tantas vueltas.
Otra situación bastante común es la siguiente: has decidido seguir una ruta y, de repente, el camino desaparece. ¿Sigues por si más adelante vuelve a aparecer o regresas y deshaces el camino que has recorrido hasta el momento? Creo que en este punto, hagas lo que hagas, es una decisión que da bastante rabia. Sobre todo en rutas de pocos días, en viajes largos esas situciones te las tomas de otra manera.
Vas despacio
Esto es obvio y normalmente algo positivo. Tienes tiempo para recorrer los lugares tranquilamente y descubrirlos. El problema viene cuando quieres o tienes que llegar a un sitio un día concreto. Empiezas a calcular los kilómetros que tienes que hacer al día y no te salen las cuentas.
Según en dónde estés, tendrás opción de coger algún transporte público para llegar a tu destino, pero otras muchas veces esa opción no existirá.
Ducharse es una probabilidad
No hay una sensación mejor que acabar el día de pedaleo y poder disfrutar de una ducha y, si es con agua caliente, ya ni te digo. Cuando viajas, no sabes dónde vas a dormir y, mucho menos, si vas a tener agua cerca de ti para poder darte una ducha. Cuando acampas cerca de un río o una fuente es muy fácil, pero cuando estás en mitad de la nada y tienes que racionarte el agua para el día siguiente… la ducha pasa a estar en un segundo plano.
Ya no es solo la sensación de limpieza, que también, pero cuando te pasas un día entero pedaleando bajo el sol, por la noche te destemplas. La ducha te ayuda a recuperar de nuevo la temperatura del cuerpo y, si por las circunstancias no puedes meterte debajo del grifo, cabe la posibilidad de que te pases toda la noche destemplado. En invierno ocurre lo mismo, te pasas el día pedaleando, sudas y, cuando terminas si no puedes ducharte, lo más seguro es que te quedes fría.
A pesar de todo esto, viajar en bici mola mucho. ¿Ya has pensado qué ruta vas a hacer este verano?
Gracias, entre todo eso y algunas cosas más XD.
Pero Mola Viajar en Bicicleta
Ante todo, nos quedamos con eso. Mola viajar en bicicleta y mucho.
Como todo en la vida, hay cosas buenas y cosas malas… lo de viajar en bici hasta lo malo suma, en el momento lo pasas mal pero, recuerda como te sientes cuando los superas…
Sigues viajando, por algo será!!
Claro que sí. Los momentos buenos superan con creces a los malos. Y, aunque en cierto momento puedas pasarlo mal, una vez echas la vista atrás te das cuenta que ha merecido mucho la pena. Y, lo más importante, te sientes viva.
Maravilhoso… a ducha é importante mas ficar sem comida é assustador…
Parabéns pela superação… quer um parceiro????
Todos os obstáculos são sempre superados. Embora em algum momento dê errado, vale a pena.